Instituto Literario de Veracruz

Nos quedan las letras: autores fallecidos en 2014

Nos quedan las letras: autores fallecidos en 2014

Ramón Rodríguez

(14 mayo 1925 – 12 diciembre 2014)

Ramón Rodríguez

Agenda del libertino

Noviembre es un mes festival en todo el valle
ya no llueve en las tardes
y el sol tiñe de luz
las amarillas copas de los árboles
un vientecillo fresco lo saca a uno a la calle
cuando están encendiéndose las luces
a caminar por Insurgentes bajo un cielo incendiado

la inmensa ciudad iluminándose
converge a nuestros pasos
es cuando los bufetes jurídicos los bancos
las oficinas y los almacenes
de los grandes consorcios comerciales
apagan su lámpara de este mundo
el mago del millón de tentáculos detrás de la corona
de anuncios luminosos
baja las cortinas metálicas
enciende sus vitrinas jubilosas
y un mar de humanidad apabullada
inicia su reflujo cotidiano
desparramándose por las barriadas
Roma Narvarte Valle Clavería
que en el curso del tiempo han ido circundando
el corazón de la brillante patria
del dinero
es la hora en que los cafés despiertan
a más ruidosa vida
(mi reino no es de este mundillo)
y niños piojosos pregonan violaciones
asesinatos y negocios
de billones de pesos al pasar

salimos a la calle
regustando el recuerdo
de la colilla que dejamos humeando
en la penumbra de cierta sala
de rojos cortinajes
el remordimiento por la mujer agonizante
en la tina de baño
o el aguijón de la tonada
de un disco de Edith Piaff
salimos a la calle
y atravesamos parques llenos de enamorados
o mercados con ratas y perros nauseabundos
y la soledad nos asalta
a la vuelta de una esquina bulliciosa
se sueña entonces
con una tibia casa que parece aguardarnos
en un país lejano
en apacible noche de diciembre
ha de acoger al hijo pródigo
mientras pequeños copos de nieve
caen frente a las ventanas
y un fuego anaranjado
danza feliz en el hogar
una muchacha canta una canción de Schubert
las criadas retiran el servicio
los niños juegan en la alfombra
grandes y pequeños bostezan y se van a dormir
las brasas parpadean
se encienden y se apagan
y dios es simplemente un niñito feliz

lo demás es sencillo
subir las reiteradas escaleras
encender el hornillo para hacer café
y tenderse en la cama sin quitarse la ropa
escuchando en silencio cómo crece la noche
alrededor del cuarto de azotea

y el borbotar del agua para el café que empieza a hervir.

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Vicente Leñero
Gerardo Deniz

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