ESCENA II
Un reservado en la taberna. Un piano.
Mozart y Salieri a la mesa
Salieri
Mozart, te veo muy triste. ¿Qué te pasa?
Mozart
Note preocupes, no me pasa nada.
Salieri
Sí, me parece que algo te atormenta.
La comida y el vino fueron buenos
y estás huraño y triste.
Mozart: Bien, de acuerdo:
Estoy muy preocupado por mi Réquiem.
Salieri
¿Trabajas en un Réquiem? ¿Desde cuándo?
Mozart
Ya llevo tres semanas. Es un caso
extraño. ¿Te he contado?
Salieri
: No me has dicho.
Mozart
Escucha pues: Hará unos veinte días
regresé tarde a casa. Mi mujer
me informó que había ido a visitarme
un ser todo enlutado. No dormí
pensando en quién sería y qué buscaba.
Aquel hombre insistió sin encontrarme
una vez y otra vez. Pero una tarde
en que jugaba con mi hijo, el hombre
llegó a mi casa y pude recibirlo.
Vestía todo de luto. Saludó
cortésmente. Afirmó que pagaría
por un Réquiem. Cuando hubo hecho su encargo
se fue tan misterioso como vino.
Comencé de inmediato a hacer la música.
Jamás ha vuelto a verme el enlutado.
Te diré que me siento satisfecho,
no quiero separarme de mi Réquiem.
Aún no te he dicho todo: yo. . . yo. . . yo. . .
Salieri
Ya dilo de una vez.
Mozart: El enlutado,
el enlutado me persigue siempre.
De día y de noche como sombra sigue
todos mis pasos. Aun en este instante
siento que está invisible entre nosotros.
Salieri
Mozart, qué tontería. Por favor,
no tengas miedo. Deja de pensar
en cosas tristes. ¿Sabes? Beaumarchais
solía decirme: «Fíjate, SALIERI,
para ahuyentar los negros pensamientos
lo mejor es el vino o la lectura
de mi genial comedia sobre Fígaro».
Mozart
Sí, fue tu gran amigo. Para él
escribiste Tarara que me encanta.
Tiene un pasaje fascinante. Adoro
cantarlo siempre cuando estoy alegre.
Escúchame, Salieri: ¿Será cierto
que Beaumarchais envenenó a un amigo,
a no sé quién en no sé dónde? Dicen.
Salieri
No, Mozart, es mentira. Para ello
seriedad y coraje le faltaban.
Mozart
Beaumarchais fue genial. Tú y yo lo somos.
Crimen y genio son incompatibles.
(Salieri echa el veneno en la copa.)
Salieri
Si así lo crees, bebe de esta copa.
Mozart
Brindo por tu salud, por la amistad
de Mozart y SALIERI. grandes músicos.
(Mozart bebe.)
Salieri
Espera que yo beba de la mía.
Mozart
No quiero beber más. Voy a tocarte
algo de lo que llevo de mi Réquiem.
(Mozart se sienta al piano y toca.)
Mozart
Salieri ¿estás llorando? ¿Por qué? Dime.
Salieri
Nunca antes he llorado en esta forma
lágrimas a la vez dulces y amargas
como el cansancio de un deber cumplido.
Me parece que un arma bienhechora
un miembro enfermo me amputase.
Oh Mozart. no hagas caso: continúa.
y que mi alma se anegue con tu música.
Mozart
Ah. si todos sintieran como tú
el arte de la música. . . Imposible:
el mundo acabaría. Nadie ya
se iba a ocupar de asuntos terrenales.
La música iba a ser centro de todo.
Somos pocos los grandes elegidos,
no abundamos los sumos sacerdotes
de la belleza. Imprácticos, dejamos
el lucro para otros. ¿No lo crees? . .
Salieri no estoy bien. Algo me pasa.
Me marcho a descansar. Adiós, amigo.
(Sale Mozart.)
Salieri
Mozart, adiós. Será tu sueño eterno.
Pero ¿es verdad lo que dijiste? ¿Son
incompatibles genio y crimen? No:
¿Y Miguel Ángel? ¿O será invención
o engaño torpe del infame vulgo?
Acaso no mató nunca en su vida
el constructor del Vaticano. Acaso
no soy un genio como él y Mozart.
No pasaré a la historia por mi música
sino por ser el que ha matado a Mozart.
TELÓN
*Reproducimos la pieza aparecida en 1985, junto con Don Juan o el convidado de piedra bajo, el sello de la Universidad Autónoma de Sinaloa, dentro de la colección Lecturas para todos, dirigida por Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco. Aunque en el prólogo se alude al trabajo de dos traductores, la edición, lamentablemente, no consigna sus nombres.